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JEREMIAS
¡El Mensaje Entonces -- es el Mensaje Ahora!

     Dios llamó a Jeremías como Su Atalaya y Mensajero "para arrancar, y para destruir, y para arruinar y para derribar, y para edificar y para plantar."  Él estableció naciones y reinos antes que pudiera edificarse y plantarse (Jeremías 1:5, 10).  ¿Pero cómo fué efectuada su destrucción?  ¡Por el ataque de otra ciudad y reino defendido (Jer. 1:18) -- siendo el mensajero del Señor hablando las palabras de Dios (Jer. 1:9, 6:17)!
     Todas estas naciones y reinos adoraron un dios o dioses, de este modo haciéndolos naciones y ciudades religiosas.  ¿Pero a qué reino o nación religiosa establecida iba a ser arrancada, derribada y destruida?  Exactamente la que el Señor mismo había establecido y edificado cuidadosamente y plantada para ser Su propia ciudad o nación.  Esta era Jerusalén junto con todas las ciudades (las Avanzadas) conectadas con ella (Jer. 1:15).

     Toda la tierra (el reino) había de ser destruida, incluso su rey (gobernador principal o presidente), sus príncipes (los líderes), sus sacerdotes (los ministros), y su pueblo (Jer. 1:18).   De seguro todos lanzarían guerra contra este reino atacador (o el mensajero del Señor), a fin de defender y salvar su propio reino establecido.  Pero no prevalecerían porque el Señor no estaba con ellos, sino con Su mensajero (Jer. 1:19).  ¿Por qué?  A causa de "toda su malicia."  Ellos habían abandonado a Dios, al que profesaban adorar y obedecer, y formaron otro dios de las obras de sus propias manos, y en lugar de Él, lo adoraron (Jer. 1:16).
     ¿Cómo llegaron a esa condición?  ¿Qué contribuyó a la necesidad de destruir a esta iglesia, una vez pura y escogida de Dios, con todo su reino religioso?  Vamos a revisar su historia desde el libro de Jeremías.

     Dios llamó a Su pueblo fuera de Egipto (una nación religiosa corrompida en la cual todos eran esclavos bajo la influencia de hombres) para unirse con Él en el desierto, y todos que querían seguir a Dios salieron tras Él al desierto -- una tierra no sembrada o establecida (Jer. 2:2).  Por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre (2:6) así que el único en que podían depender sería el Señor.
     Dios les dijo que todos los que continuaran obedeciendo Su voz, y hacer todas Sus mandamientos, continuarían siendo Su pueblo y Él sería su Dios (11:4).  Porque obedecieron estas condiciones, ellos llegaron a ser "Santidad era Israel á Jehová, primicias de Sus nuevos frutos" en esta tierra nueva (2:3).  Así Dios pudo ejecutar Su juramento o pacto con ellos porque les obedecieron (11:5).

     Dios llegó a ser su Esposo (31:32), y ellos llegaron a sercasados a Dios como Su esposa. (3:14).  Pero poco a poco se olvidaron que estaban unidos sagradamente al Señor y diéronle sus espaldas y no sus caras (2:27).  Ellos se alejaron de su Esposo (3:20), y se hicieron ramera cometiendo adulterio -- uniéndose con muchos amantes (3:1-2, 6).  A causa de ésto, cayeron en confusión (3:25).
     Dios, en amor y misericordia, llamó a Su mujer díscola que regresara a Su lado como esposa fiel y dejar a sus prostitución (3:1, 22).  Él estaba llamando a Su pueblo para obtener la experiencia del "pacto nuevo" (4:3-4, 14), que habían fracasado en obtener antes (2:19, 9:26).  Ellos solo hicieron una exhibición exterior -- viviendo una mentira -- confesando al Señor (con sus bocas) mientras lo habían rechazado interiormente (riñones 12:2, 5:1-2).  ¿Regresó a Su lado, -- Su Esposa (iglesia) -- dejando su prostitución?  ¡No  (3:7)!  Ellos rechazaron la palabra de Dios y Su ley (6:19) y rehusaron ser avergonzados, o aun sonrojarse, por toda su impiedad (6:19).  Así que Dios retuvo los aguaceros y la lluvia tardía de ellos (3:3).

     Desde que ellos habían abandonado a Dios -- su fundación o Manantial de Aguas Vivientes (verdad -- 2:13), y no les caían los aguaceros ni la lluvia tardía, no tenían con que saciar su sed.  ¿En esta condición seca, dejaron su rebelión contra Dios y buscaron ayuda de Él para saciarles de su sed?  ¡No!  Edificaron cisternas para tratar y retener otra agua (2:13).  ¿Pero a dónde fueron para obtener esta otra agua?
     Regresaron a Egipto y aun a Babilonia (Asiria) para tratar y saciar su sed tomando y almacenando sus aguas oscuras y túrbidas (doctrinas 2:18).  Pero continuaron permaneciendo secos y sedientos, y no parecían ser capaces de obtener suficiente de este agua nueva para satisfacerles porque sus cisternas eran rotas (2:13).  Así, porque ellos abandonaron a Dios y rehusaron regresar a su Fuente de Aguas Vivas, un escenario sin fin fue iniciado de constante ir y venir a Egipto y Babilonia para recibir de sus aguas oscuras, sin embargo descubriendo que ellos jamás tenían suficiente con que saciar y satisfacer su sed.
     ¿Pero les causaron estas experiencias y condiciones enloquecidas el dejar su prostitución y regresar a Dios?  ¡No!  Continuaron en prostitución (2:25), pasando las maldades de las otras rameras -- sobrepasándolas en iniquidad (5:28).  Así semejaron a su líder en hacer mal, volviéndose la ramera peor de todas, y aun enseñaron a otros a ser como ellos (2:33, 3:13).

     Ninguno, ni aun Dios Mismo, pudiera volverlos de su camino necio (2:24, 5:13) Y aun Judá, una hermana a Israel (su contraparte al norte de las 10 tribus o divisiones), y todavía considerada una parte de Israel, aunque independiente y autónoma, también cometiendo prostitución (3:8).  Judá fue la más pérfida de las dos porque ella pretendía seguir al Señor con todo su corazón, o teniendo la experiencia del "nuevo pacto," pero solo fue una gran farsa y una pretensión (3:10).  En la vista de Dios, Israel (la iglesia) fue más justificada que su hermana Judá (los ministerios independientes de sostén propio -- 3:11).
     Una vez pura, la iglesia de Dios llegó a ser una cueva de ladrones (7:11).  Sus pastores, que traficaban en las almas de hombres, habían llegado a ser los cepos de Satanás (el cazador) para entrapar, esclavizar, y destruir el pueblo de Dios (5:26, 12:10).  Así su corona fue quebrada (2:16).  La iglesia había llegado a ser corrompida, un albergue de toda ave sucia y aborrecible (12:9, 5:27), y también sería una guarida (cueva) de dragones (9:11).  Aun fue llamada "esta grande ciudad" (22:8), y en ella fue hallada la sangre de los profetas (2:30) y de los santos inocentes (2:34, 19:4).  Toda la gente conectada o unida con ella eran participantes también de sus pecados -- siendo responsables corporativamente (2:29, 6:27-28, 26:15).

     A causa de todo esto, Dios estaba preparando para una separación física de en medio de Jerusalén (6:1).  Esto fue necesario para que Su pueblo pudiera salir de su nación religiosa corrompida, que los tenían cautivos bajo la influencia de hombres, para pasar la experiencia desierta y otra vez ver y sentir su necesidad de Dios (3:14-19).  Dios soportó mucho tiempo con su perversidad continua, pero no pudo tener paciencia para siempre (6:11-12).
     Algunos pensaron que por viviendo un ejemplo justo dentro de Jerusalén que muchos serían inducidos a seguir su ejemplo, pero esto no ocurrió a causa de la gran perversidad en medio de la iglesia (6:29).  Los líderes habían ido a Egipto y Babilonia para recibir y tomar sus aguas oscuras (las doctrinas), y ahora la iglesia misma había llegado a ser la fuente de aguas oscuras arrojadas a otros (6:7).  Así la verdad (puras aguas vivientes) fue cortada y pereció en medio de la iglesia (7:28).
     Todo el tiempo mientras la iglesia estaba practicando sus iniquidades abominables, ellos declaraban que no habían hecho mal, que eran sin pecado e inocente, y que era puro y limpio y sin mancha (2:21-23, 35).  También declaraban que el Señor no los rechazaría como Su pueblo, y que Su ira no les caería encima (5:12).  ¡Pero sí, Dios los rechazó como Su pueblo (6:30)!   Él se divorció de Su pueblo que una vez fue Su esposa e iglesia fiel (3:8).

     Aunque esto era verdad, sin embargo fueron oídas las voces mentirosas de los profetas falsos (los líderes) y sacerdotes (los ministros) de la iglesia diciendo; "Paz, Paz; siempre seremos el pueblo escogido de Dios y Su única iglesia; no temáis, nunca tendremos que separarnos de este lugar" (7:4, 5:14).  Pero Dios había dicho: "Porque si realmente corregís vuestros caminos y vuestras obras, si realmente practicáis lo justo...entonces os dejaré habitar en este lugar" y no dejarlo (7:5-7).  Pero ellos habían olvidado que sólo sobre condición de obediencia a Dios y Sus palabras, y reconociendo y abandonando sus pecados, que las promesas de Dios les serían cumplidas y ellos pudieran seguir siendo Su pueblo e iglesia sin ser removidos (3:12-13, 4:1).
     Pero ellos rehusaron oír con atención a, u obedecer las condiciones sobre las cuales las promesas de Dios fueran concedidas, y así el Señor iba a desecharles de Su vista (7:15).  Aun le dijo a Su pueblo verdadero que no orara por la iglesia, ni intercediera por este pueblo, porque no los escucharía (7:16).  En hecho, Dios no los quería en Su santuario, y ninguno de los sacerdotes eran puros o capaces de desempeñar los servicios del santuario (11:15).  Ni escucharía Dios al pueblo que clamaría por rescate, o para que Dios cambiara Su decisión (11:14).  Dios rehusó llamarlos "Pueblo Mío", pero se refirió a ellos como "este pueblo" (8:5).
     A causa de toda su maldad, siendo practicada sin vergüenza y continuamente, Dios rechazó a su pueblo, una vez puro, y se separó de Su pueblo, una vez obediente (12:7).  Aun los odió (12:8).  Sin embargo, el pueblo no se daría cuenta de ésto (8:7).  Los sacerdotes y los soportadores de la iglesia estaban profetizando falsamente desde la imaginación de sus propios corazones, diciendo: "Siendo que Dios consideró idóneo depositar Su oráculos santos (ley) con nuestra nación religiosa (8:8), entonces el destino profético de esta iglesia es que pasará á salvo hasta el fin (23:16-17).  Hay paz y victoria profetizadas para nuestra iglesia, no mal.  Así que toda esta plática de separación y destrucción no puede ser cierto" (8:10-11).  Pero Dios dijo que ellos no iban a pasar hasta el cielo, sino que serían derribados (7:14, 8:12).
     Toda la perversidad que se cometió la iglesia y sus líderes no fue porque ellos eran engañados, sino que fue cometida voluntariamente, porque existía una conspiración en contra de Dios (11:9-10).   Y por esto toda la tierra llegó a ser desolada (12:10-11, 23:15).  Toda la culpa y oscuridad de la tierra entera fue puesta a la puerta de la iglesia y a los que estaban dentro de sus puertas.
     La mayoría de la iglesia rehusó prestar oído a las palabras de Dios a través de Su mensajero, o aun ver qué frutos estaban producidos por su amada iglesia.  Estaban confiando ciegamente en las palabras mentirosas de sus líderes (7:8), y estaban contentos porque Mi pueblo así lo quiso (5:31).  Algunos esperaban que las palabras mentirosas de sus líderes se realizaran, y también esperando que la perversidad cesaría, pero no hubo oportunidad para una reformación  y un retorno a Dios desde adentro de la iglesia (13:23).   No mejoraría, sino continuaría de mal en peor (de mal en mal -- 8:5, 9:3).  Y Aun Jeremías mismo contemplaba el separarse completamente de ellos (9:2).  Ya se había separado de sus juntas de comisión, y no asistía a los servicios en sus iglesias o asambleas (16:8, 15:17) a menos que Dios específicamente le dijera que fuera y hablara directamente con el pueblo en estas reuniones (17:19).  

     En el principio, Israel era como un cinto de lino puro que el Señor se ajustaba a Sí Mismo (13:11).  Pero después de un tiempo, ellos rehusaron obedecer o aun oír las leyes y las palabras de Dios, y así no les fue dada agua (13:1).  Entonces fueron a Babilonia para tomar agua de su manantial principal (Eufrates), y trataron hacerlo a escondidas.  Pero el mensajero de Dios cavó bajo la superficie del engaño y descubrió a cualquiera que deseaba ver la condición verdadera de la iglesia.  Porque la iglesia había continuado tomando las aguas de Babilonia, llegó a ser arruinada, corrompida y de ningún valor (13:7), siendo buena para nada (13:10), que iba ser desechada y destruida (13:14).
     El pueblo oró a Dios para que cambiara Su decisión y volviera a favorecerles como Su pueblo -- pensando que Dios todavía estaba en su medio (14:7-9).  Pero Dios no volvió aceptarlos como Su pueblo (14:10).  Él rehusó oír cualquiera oración o intercesión a su favor (14:11).  Sin embargo, los líderes de la iglesia decían al pueblo lo opuesto (14:13), y Dios advirtió a todos los que quisieran escuchar, de los engaños y falsedades que los atalayas falsos pronunciaban (14:14-15).
     Muchos todavía rehusaban creer, o reconocer, la palabra del Señor -- que Él en realidad ya los había rechazado y desechado como Su pueblo.  Otros, esperando que tal cosa no había ocurrido, y de miedo y espanto que tal cosa pudiera ser la verdad, oró otra vez a Dios, confesando sus pecados y rogándole cambiar Su decisión  y no quebrar Su pacto con ellos (14:19-22).  ¿Oyó Dios estas oraciones y los aceptó de nuevo como Su pueblo?  ¡No!  Ya estaba fatigado de sus arrepentimientos (15:6), y Él había determinado que la separación era necesaria: ellos tendrían que salir de su iglesia (15:1).

     Inútil es decir, la mayoría rechazaron de plano obedecer la palabra del Señor a través de Su mensajero.  Ellos preferirían lanzar guerra contra Dios y Su voluntad, en vez de llevar voluntariamente el dolor de separarse de su amada - pero iglesia pecaminosa.  Otros trataron disculparse, y trataron de levantar dudas en las mentes de otros en cuanto a la necesidad de separación, diciendo: "Si separamos, ¿a dónde saldremos" (15:2 primera parte)?  Pero la respuesta de Dios a ellos era -- (15:2 última parte).  
     Pero habían unos fieles que oyeron y encontraron estas palabras de Dios, y las comieron, regocijándose de ser capaces de seguir la voluntad explícita de Dios en vez de seguir la voluntad explícita de hombres o su propia voluntad (15:16).  Estos remanentes dispuesta y felizmente obedecieron la voluntad de Dios, separándose de su iglesia pecaminosa, y volviéndose a Dios (15:17) y fue bien con ellos (15:11).  Dios los devolvió como Su pueblo, y ellos fueron capaces de "estar delante de Él" (15:19).  Estos llevaron los preciosos de entre los viles, y eran como la boca de Dios proclamando las palabras del Señor en el mensaje de separación de la iglesia pecaminosa (15:19).  El mando de Dios a ellos fue, "Que venga el pueblo a ti para la verdad, pero no regresas a la iglesia para enseñarlos" (15:19).  Y aunque los líderes de la iglesia y los soportadores independientes de la iglesia hicieran todo en su poder en contra de ellos y su mensaje, no serían capaces de prevalecer contra, o parar la extensión del mensaje, porque Dios estaba con Su remanente para defender y salvarlos (15:20-21).
     No quiso Dios que cualquier converso nuevo se trajera en conexión con la iglesia pecaminosa porque ellos morirían juntos con ella (16:2-4).  Él ya había quitado toda Su paz, clemencia y misericordia de ella (16:5).  Muchos de los miembros de la iglesia estaban haciendo oficio (negociando) en las horas del Sábado -- así, quebrándolo en vez de guardarlo santo -- y rehusaron cambiar (17:20-23).  La misma iglesia y pueblo que el Señor había edificado cuidadosamente para ser Su pueblo propio, y plantado para traer fruto y gloria a Su nombre, ahora Él iba a derribarlo y arrancarlo (45:4, 18:9-10).  Él ahora sólo edificaría y plantaría los que deben obedecer Su voz y separarse voluntariamente de su iglesia corrompida (24:5-7).  

     Dios, en Su amor y misericordia infinita, trató otra vez de hacerle conocer a la membresía la verdadera condición de su iglesia.  Les dijo que eran en Sus manos como un vaso de barro en las manos del alfarero (18:1-6).  También les dijo que no importa qué promesas les fueron hechas, si continuaban haciendo mal y no le obedecían a Él, no cumpliría ningunas de estas promesas porque las promesas eran condicionales -- requiriendo obediencia para que se las cumplieran (18:9-10).
     Dios había tratado de conseguir arrepentimiento de Su pueblo, pero rehusó hacer cualquiera cosa que Dios quería que hiciera (32:23).  Ellos pensaron que habían ido demasiado profundo en pecado como para volver y arrepentirse, y dijeron; "Es por demás," y así continuaron en maldad (18:11-12).  No hicieron caso a las súplicas de Dios, y continuaron sacando a otros de las sendas antiguas -- estas verdades (pilares) dadas a ellos en el principio (18:15).  Sin embargo todavía creían que Dios estaba en su medio pecaminoso, que sus sacerdotes estaban predicando la verdad, que sus sabios estaban dando consejo y dirección honestas, y que Dios todavía hablaría por sus líderes -- creyendo que ellos eran la voz de Dios al pueblo (18:18).  
     Se engañaron creyendo que el rostro de Dios siempre estaba velando sobre ellos, tornádose en favor hacia ellos y su iglesia mientras ellos mismos habían volteado sus espaldas y no su caras hacia Él (32:33).  Pero la mera verdad era que Dios había volteado Su rostro de ellos, y Su espalda estaba hacia ellos (18:17, 33:5) Demasiadas abominaciones habían sido practicadas dentro de la iglesia (32:34).  Ellos habían rebelado por demasiado tiempo y habían pasado el límite, y Dios desechó Su pueblo, una vez puro y escogido, fuera de Su presencia (52:3).  La iglesia y sus miembros estaban destinados proféticamente a ser destruidos de delante del rostro santo de Dios (32:26-32).
     Dios mandó que el vaso de barro del alfarero, que representaba la iglesia entera, fuera arrojado y quebrado -- significando que la iglesia jamás podría ser hecha sana otra vez (19:10-11).  Continuaría siendo pecaminosa hasta que fuera destruida.  Sus pecados estaban escritos con una pluma de hierro que tenía una punta de diamante (17:1), y los nombres de los que estaban conectados todavía con la iglesia no estaban escritos arriba en el cielo arriba, sino abajo en la tierra (17:13).

     Los que confiaron en los hombres que les dijeron que se quedaran en la iglesia corrompida en vez de separarse, fueron malditos (17:5).  Ellos confiaron al razonamiento humano, pensando que estaban adhiriéndose a la verdad y a la lógica y teoría buena (17:9), y esto les condujo a creer que ellos eran correctos y el mensajero estaba equivocado.  Así que comenzaron a perseguir el mensajero de Dios para tratar a parar el mensaje dado por Dios, de separación a fin de salvar la iglesia (17:18).
     El mensajero de Dios fue golpeado y encarcelado (20:1-2) por una noche (20:3) por los que estaban predicando mentiras y obrando tan duro para desacreditar su mensaje en los ojos de la gente (20:1, 6).  El mensajero de Dios aun había tratado a contenerse de dar el mensaje, pero era como fuego en sus huesos, y tenía que ser hablado para que todos pudieran oír y entonces decidir (20:7-9).  Aun los que fingieron ser sus amigos estaban escuchando cada palabra tratando de tergiversarlas y prevalecer en contra de él -- buscando venganza contra él por haber pronunciado tales cosas contra su iglesia (20:10).  Pero su iglesia amada estaba irrevocablemente destinada a la destrucción, y todo su dinero, labores, y membresía iban a ser llevados a Babilonia y ser controlado por Babilonia (20:4-5).
     Así la iglesia entera, junto con todos los que estaban conectados con ella en cualquiera manera, llegarían a ser parte de Babilonia, y nadie -- ni Dios Mismo -- prevendría este suceso (21:4-6).  La voz de alegría y felicidad no sería oída más en toda la iglesia; ni el sonido de la piedra de molino sería oída más en ella; la luz de una candela no alumbraría más en ella; y la voz del recién casado y de su esposa (los dos estando afuera) no se oiría más en ella (25:10, 16:9).

     El rey pidió que Jeremías orara a Dios por su ayuda, pero no fue ofrecida una oración, porque Dios no oiría (21:1-3).  Dios ya había dicho tres veces antes que no debería orar por este pueblo (7:16, 11:11, 11:14).  La iglesia continuaría resbalando y deslizando en la oscuridad, siendo impelido en perversidad, hasta que se cayera (23:12).  Pero Dios en Su gran e infinito amor y misericordia, proveyó una vía de escape de la destrucción.  ¡Ellos debían separarse voluntariamente de su iglesia pecaminosa, o ser destruidos junto con su iglesia amada (21:8-9)!  Así, "el camino de vida (la separación de), y el camino de muerte (permaneciendo adentro)" fue claramente presentado delante de todos; y todos fueron probados para ver a quién obedecerían -- a Dios o los hombres.
     La razón por todo esto fue por el curso malo que los líderes y pastores de la iglesia escogieron seguir.  Ellos tenían en sus manos, como si fuera, la antorcha de profecía falsa, predicando mentiras y falsedades a la grey (23:1-2) -- desde el púlpito (23:11).  Esto fue permitido porque el cuartel general de la iglesia los sostenía y los sancionó (23:13).  Los líderes de la iglesia misma estaban cometiendo adulterio y viviendo por mentiras.  También ellos estaban reforzando las manos de malhechores para que ninguno pudiera tornar de su perversidad para hacer la justicia.  Dios los consideró a todos como Sodoma, y toda la membresía como Gomorra (23:14).
     Dios una vez más amonestó al pueblo de no escuchar a ninguno de los líderes de la iglesia, porque todos estaban enseñando mentiras y engañándolos (23:25-26).  Todos estaban continuando en el consejo de Satanás (23:22), y estaban pervirtiendo la verdad (23:36).  Por eso Dios los olvidó y los abandonó como Su pueblo, y los hechó fuera de Su presencia santa con su iglesia amada (23:39).

     El mensajero de Dios y los falsos profetas estaban predicando al pueblo.  Las palabras pronunciadas por el mensajero de Dios eran como palabras de fuego, iluminando los corazones de los que los oyeron -- rompiendo los corazones de piedra entenebrecidos y mostrándoles el verdadero, y recto camino que tomar, a fin de estar con Dios (23:29).  Mientras los pastores falsos estaban predicando falsedades, causando a su pueblo a errar del camino de verdad (23:31-32), y estaban haciendo todo lo que podían para hurtar del pueblo las palabras del verdadero atalaya de Dios (23:30).  La obediencia a cualquier de los dos mensajes determinó si Ud. era trigo o paja de ningún valor (23:28).  ¡Así que la vida eterna dependía de cual mensaje fue aceptado y obedecido!  
     Los que obedecían a Dios tendrían que separarse de buena voluntad de sus iglesias pecaminosas y abandonadas "por su propio bien" (23:5).  Pero Dios no abandonaría a estos, porque Él había prometido edificarlos y plantarlos, haciendo con ellos Su "nuevo pacto" para ser su Dios y ellos Su pueblo.  Él escribiría Su ley dentro de sus corazones, y sólo los que obedecieran y se llegaran a Él -- viviendo este "nuevo pacto" llegarían a ser los hijos de Dios y Su pueblo escogido (24:6-7), y llevaría buena fruta como higos (24:5).  Por cuanto, los que escogieron obedecer el mensaje falso de los atalayas mentirosos, y rehusaron separarse de su iglesia amada -- desobedeciendo a Dios -- llevarían fruto como higos malos y podridos, y serían inútiles a cualquiera y ser destruidos (24:8-10).
     Ambos mensajes se hicieron más atrevidos y decididos.  El mensajero de Dios habló claramente a toda la membresía de la iglesia que, a causa de su iniquidad, su iglesia y su estructura completa caería y se quebraría -- siendo completamente desolada -- como Silo (26:2-7).  Su pacto, Su gloria y Su presencia de Dios serían removidos completamente de ellos (como fue el arca de Silo -- véase Ps. 78:60-61; 1 Sam. 4:3, 11).  ¡Y esta iglesia una vez pura y este pueblo escogido, llegarían a ser una parte de Babilonia (27:12, 32:3, 28), y ser establecida en Babilonia (29:5-6, 28)!  Mientras los atalayas falsos y los soportadores de iglesias independientes y de sostén propio estaban mintiéndoles en el nombre de Dios, proclamando que el favor de Dios estaba todavía con ellos y no había necesidad de separarse porque su iglesia amada fue destinada proféticamente a jamas ser una parte de, ni jamás ser establecida en, Babilonia, y no sería desolada o destruida (27:14-17).  Ellos estaban haciendo confiar la membresía en una mentira abierta (28:15), y estaban enseñándoles la rebelión contra la voluntad y mando de Dios (28:16).  Ellos amaron a su iglesia malvada tanto, y deseaban tan intensamente que Dios cambiara Su decisión, y una vez más favorecerlos, que se causaron soñar que sus mentiras en realidad eran verdades -- así se engañaron a si mismos, y otros fueron guiados a creer la mentira (29:8-9).  

     Todas las palabras del Señor fueron puestas en un libro y leídas al pueblo, y muchos se interesaron, algunos aun oyeron con atención el mensaje del libro mientras que no habían oído con atención al mensajero mismo (36:1-16).  Pero el rey destruyó su copia del libro en la presencia de los otros líderes de la iglesia, y muchos siguieron su ejemplo de rebelión (36:21-24).  Ellos continuaron rechazando las palabras de Dios, y engañando al pueblo hacíedoles creer que la iglesia jamás sería conectada a Babilonia, mientras que Dios dijo que Babilonia jamás se apartaría de ellos (37:9).  
     Entonces Jeremías, después que el ejército de Babilonia inesperadamente alejó sus fuerzas a un tiempo cuando todo parecía favorable para un ataque inmediato, de su propia voluntad se separó de la iglesia en vista del pueblo (37:12).  El se separó a si mismo a un tiempo cuando la iglesia declaraba victoria sobre sus enemigos, y parecía estar en paz y el favor de Dios una vez más, que hacían que los mensajes de los atalayas falsos aparecieran correctos.  Así los que habían escogido permanecer dentro de la iglesia eran más atrapados en su engaño, mientras los que ya habían separados, o estaban pensando en hacerlo, fueron probados en cuanto a su fe y confianza en Dios y Sus palabras.  
     Porque Jeremías se había separado voluntariamente en los ojos del pueblo, los líderes se enojaron, y le golpearon, y le arrojaron en la prisión.  No permitieron que él se separara completamente de la iglesia, tratando de prevenir la membresía de seguir su ejemplo, si no su mensaje (37:13-15).  Todos los que adoraban y amaban su iglesia malvada y corrompida más que a Dios se vinieron en contra del mensajero y demandaron su muerte por haber pronunciado tales palabras blasfemas contra ellos y su iglesia (26:8-11).  Los líderes especialmente querían matarlo por hablar tales cosas, porque la fe y la esperanza del pueblo en la iglesia se estaba haciendo débil (38:4).  Ellos creían que el mensajero no estaba buscando el bienestar del pueblo por llamarlo fuera y diciéndoles que su iglesia amada estaría conectada con Babilonia (38:2-4).

     ¿Ve Ud., ambos, Dios y los líderes corrompidos estaban tratando a salvar "la iglesia."  Dios estaba tratando, por Su misericordia y verdad, de salvar Su iglesia de seguidores fieles de ser destruida llamándoles fuera de su iglesia malvada para su bien.  Mientras los líderes estaban tratando, por mentiras y fuerza, de salvar su iglesia de ser destruida manteniendo el pueblo dentro de ella y su perversidad -- supuestamente para su bien.  Así una controversia de vida y muerte, entre el mensaje de Dios y el mensaje de falsedad de Satanás, fue completamente desarrollada.  Separación voluntaria fuera de la iglesia era una oportunidad para la vida, pero permanecer conectados con ella era muerte segura (21:8-9).  Todos tenían la oportunidad de oír y obedecer, y todos hicieron su decisión de salir o permanecer.

     Babilonia capturó a la iglesia, y quebró sus muros y pilares -- uno por uno -- removiendo todo lo que era sagrado y santo (52:13-14, 17-23).  Cuando ellos terminaron, la iglesia, a todos los que querían ver, tenía una apariencia completamente diferente que en el principio.  El pueblo en esa generación estaban ahora bajo el mando, control, y dirección de Babilonia.  Aun los paganos podían ver y comprender que fue por la desobediencia continua a Dios y Su voluntad, que la iglesia, y los que se aferraban a ella, fueron destruidos eternamente de lo que una vez eran (40:2-3).   Así la iglesia y el pueblo de Dios, una vez escogida y pura, fueron completamente desolados, y una parte de Babilonia (25:9-11).
     ¡Esto no solo ocurrió a la iglesia y sus ciudades (las avanzadas) conectadas con ella, sino también ocurrió a todas las otras naciones y reinos religiosos (las iglesias) en toda la tierra (25:26)!  El pueblo una vez escogido por Dios, junto con todas las otras iglesias establecidas, habían bebido del vino de la ira de la iniquidad de Babilonia (25:15-18).  Todas ellas, sin la excepción de una, habían bebido del cáliz, y todos se emborracharon (25:19-26).  Todos estaban llenos de vómito (vomitad) y suciedad y no había ni una iglesia establecida que estaba limpia o pura (25:27).  ¡Toda iglesia establecida en el mundo entero había caído a Babilonia, y eso completó el reino de Babilonia -- incluso la membresía de estas iglesias (27:2-6, 28:14)!
     A causa de todas las abominaciones siendo practicadas en medio de la iglesia (44:2-4) y en la tierra (44:22), la iglesia una vez pura y el pueblo escogido de Dios, fueron los primeros en sentir caer la ira y la  destrucción de Dios; y entonces cayó sobre todo el resto de las naciones (las iglesias -- 25:29).  Dios recompensó doble por sus pecados a Su iglesia y pueblo, una vez pura y escogida (16:18, 17:18), y las aves que vuelan en medio del cielo se juntaron para banquetear sobre su carne (19:7).
     El rey (el presidente) del pueblo (la iglesia) una vez escogida de Dios no escapó tampoco.  El había guiado al pueblo (la membresía) a seguir su ejemplo de rebelión y desobediencia a Dios y Su voluntad.  El mismo rehusó separarse de la iglesia, y cuando era demasiado tarde, trató de escapar el castigo.  Pero no escapó.  El fue capturado por Babilonia (39:4-5), fue enjuiciado (39:5), y vio a sus propios hijos y a otros destruidos delante de él (39:6).  Entonces le sacaron los ojos -- quedó ciego, fue atado con cadenas, y se estableció en y se hizo una parte de Babilonia (39:7); pero porque él estaba ciego nunca vio que en realidad estaba allí (52:11).

     Pero no todos fueron capturados por, o se hicieron parte de, Babilonia.  Había un pequeño remanente que poco antes se había separado de la iglesia a causa de todas las abominaciones que se practicaban en ella, y estos escaparon del control de Babilonia (40:11, 15).  ¿Pero staban seguros de estar llevados cautivos?  ¡No!  Muchos fueron llevados cautivos, primero por un grupo de líderes que estaban guiándolos en una dirección (41:10), y luego por otro grupo de líderes que estaban guiándolos en otra dirección -- directamente a Egipto para ser una parte de ella (41:16-17).
     Este último grupo de líderes reconoció exteriormente que el profeta era del Señor, y pidió de él dirección y conducción (42:1-2).  Ellos parecieron muy dispuestos a seguir cualquiera dirección de Dios -- dado por Su profeta -- mostrándoles dónde debían guiar al pueblo.  Pero no le confiaron el profeta sus planes de llevar al pueblo a ser parte de Egipto (42:3-6).  El profeta descubrió sus planes ocultos, y advirtió al remanente que no siguieran a estos líderes y convertirse en una parte de Egipto.(42:7-14).  Jeremías les dijo claramente, que Dios no quería que fueran allí, y que si desobedecían a la voluntad de Dios y se hacían parte de Egipto, allí perderían sus vidas (42:15-19).
     Los líderes, y todos los que eran demasiado orgullosos para cambiar sus planes y seguir la voluntad de Dios, dudaron que el profeta era en realidad del Señor.  Dijeron que el profeta estaba mintiendo, o que alguien le había comunicado sus intenciones de ir a Egipto, y que no fue revelado por Dios (43:2-3).  Entonces tomaron a la mayoría del remanente, incluso Jeremías, y los trajeron directamente a Egipto (43:4-7).  Estos líderes pensaron que huyendo allí, estarían seguros y no vendrían bajo el control de Babilonia.  Sin embargo Egipto iba a ser capturado por, controlado por, y llegar a ser parte de Babilonia (43:8-13).
     Dios dijo a todo el remanente, que había sido guiado ser una parte de Egipto, que debían separarse voluntariamente de él y sus líderes desobedientes, o serían destruidos y perder sus almas en él (44:2-14).  Un número pequeño de todos los que fueron llamados el remanente, se separó en obediencia a la voluntad de Dios (44:28).  Pero la mayoría del remanente todavía seguía a sus líderes desobedientes y escogieron permanecer en Egipto.  Aunque ellos habían separado de la iglesia, la mayoría de ellos todavía no habían aprendido la lección que nadie debe mirar a los hombres, o confiar en los hombres, o esperar mucha ayuda de los hombres, sino que deben mirar a Dios para toda su dirección y ayuda (17:5).
     La mayoría del remanente rehusó obedecer a Dios y rehusó separarse de su conexión con Egipto (el mundo), continuando en su propios caminos malvados (44:17); y todo a causa de su amor por su mujer (la iglesia 44:15).  Así que, aunque estos estaban separados de la iglesia, eran rechazados por el Señor (44:26); y éstos también se hicieron una parte de Babilonia (44:30, 46:1-26).

     Fue el propósito de Dios que tres generaciones después que toda nación (iglesia) en el mundo entero habían sido capturada por, conectada a, gobernada por, y una parte de Babilonia (27:7), que Él llamaría fuera de Babilonia (siendo todas las iglesias) a cualquiera que deseara ser Su pueblo una vez más (27:22, 29:10-14, 30:3).  Después de tres generaciones, los rebeldes y los malvados, que originalmente fueron llevados a Babilonia, estarían muertos, y un grupo nuevo de individuos serían probados para ver a quién ellos deseaban seguir --si a Dios o al hombre.  De nuevo Dios llamaría a Su pueblo fuera de su nación religiosa corrompida, a una experiencia en el desierto donde solamente allí se encontraría Su gracia (31:1-2).  A causa de Su amor y misericordia, Él llamaría y atraería a cualquiera que no le resistiera a separarse con Él (31:3).  Su propósito fue que Él edificaría y establecería a sólo estos como Su monte Sión (31:4-6) y pueblo remanente (31:7).  Sólo sería Padre a los que se separaran voluntariamente de Babilonia, que se compuso de todas las naciones religiosas -- incluso la iglesia una vez escogida de Dios.  Todas las naciones -- sin excepción, -- todas eran lo que componían a Babilonia, y sólo los que se separaron de su iglesia Babilónica, acercando solamente al Señor, serían aceptadas una vez más como el pueblo de Dios (31:8-9, 32:37-41, 33:6-11).
     Pero después de un tiempo, muchos se acomodaron y habían aprendido a gustar la vida suave mientras vivían en Babilonia.  No querían que su paz fuera disturbada, y rehusaron separarse de sus iglesias Babilónicas cuando vino el llamado.
     Sucedió que, de todo el pueblo que oyó el llamado a separarse y ser Su pueblo especial una vez más, sólo un remanente pequeño había obedecido voluntariamente (Esd. 8:1-14).  Sucedió que la mayoría había escogido desobedecer la voluntad de Dios, y así habían fracasado su prueba.  También fue descubierto que ninguno de los hijos de Leví -- los ministros, dedicados especialmente para seguir toda la voluntad y los mandos de Dios -- se habían separado, en el principio, en obediencia a Él (Esd. 8:15).  Aunque unos pocos se separaron voluntariamente en la última oportunidad (Esd. 8:16-20), la falta de obediencia inmediata causó a otros a seguir su ejemplo de desobediencia y demora.  Habían fallado en el tiempo cuando la influencia de una decisión inmediata a acompañar a los que se separaron voluntariamente, hubiera llevado a otros a seguir su ejemplo de obediencia y también a separarse.  Pero su indiferencia extraña y descuidada es una triste revelación de su verdadera actitud hacia los propósitos de Dios para Su pueblo.  

     ¡Toda esta historia triste está siendo repetida hoy!  El profeta ya nos ha dicho:
     "Aquello que fue ya es, y lo que ha de ser ya fue.  Dios recupera lo que ya pasó." Eclesiastés 3:15.

     Así, lo que ha sido -- Historia del Antiguo Testamento -- está ocurriendo ahora; y esto que ha de ser -- en el futuro -- ya ha ocurrido en el pasado.  La historia del Antiguo Testamento también incluiría al libro de Jeremías como todos sus mensajes.  ¡Así que todo lo que Ud. ya ha leído no es solo historia, sino está repitiéndose en las iglesias hoy!
     Así, una vez más, todas las naciones (las denominaciones o iglesias) -- sin faltar una -- todas las iglesias han bebido del vino de la ira de la iniquidad de Babilonia.  Todas las denominaciones, incluyendo la iglesia de hoy, una vez escogida de Dios (Apoc. 18:3), han cometido fornicación y prostitución con ella, y todos están conectados con, gobernados por, y son una parte de Babilonia -- así completando a su reino.  ¡Y tres generaciones han pasado desde que todas las iglesias se hicieron una ramera de Babilonia -- incluso la iglesia una vez escogida de Dios (véase 3 Joyas p 253-54)!
     ¿Qué va a hacer Dios con todas estas iglesias rameras de que se compone la Gran Babilonia?  El libro de Jeremías nos dice claramente.
     Babilonia ha de ser destruida, incluso todos los que son miembros en, o en cualquiera manera conectada con ella, (Jeremías 51:1, 12, 50:30).  ¡Todos dormirán el sueño perpetuo de la muerte (51:39, 57).  ¡Pero Dios no ha abandonado a Su pueblo ni permitirá que sea destruido ignorantemente juntos con Babilonia (51:5)!
     El Señor continúa levantando Sus fieles atalayas quienes están pescando y buscando por Su pueblo para sacarlos de Babilonia (16:14-16).  Dios está llamando a todos los que deseen ser Su pueblo escogido una vez más, manifestándolo separándose voluntariamente de sus iglesias Babilónicas, para regresar a Él, con lágrimas y tristeza por todas sus pecados, en un pacto o convenio que jamás será olvidado (50:4-5).  Toda la membresía en todas las iglesias ha sido extraviada por los líderes y ministros, y se han olvidado en quién deben hallar su descanso -- no en sus iglesias, pero en el Señor (50:6).

     Por eso Dios ha mandado a una nación para atacar el reino entero de Babilonia y todo lo que a ella pertenece (50:9).  Él está mandando Sus atalayas y portaestandartes (51:12), abriendo Su armería, sacando todas Sus armas (Su pueblo verdadero -- 50:25, 51:19-23), y con éstos está atacando el reino entero de Babilonia -- llamando a todos a salir y separarse de ella (50:8).  Su espada ya está sacada en contra de ella y los que la soportan (50:35-37), y ha mandado a Sus despojadores y aventadores a remover a Su pueblo de ella, (50:10, 51:2).  También manda a Sus arqueros a tirar sus flechas contra ella, y ninguna de sus flechas brillantes (las palabras) regresarán en vano (50:9, 14 29, 51:3, 11).  El ejército de Dios que está atacando no mostrará misericordia (50:14) sino que gritará fuertemente para que el pueblo de Dios huya (50:15, 41-42).  ¡Así impedirán a las iglesias Babilónicas en sus esfuerzos de sembrar y cosechar una ganancia en la membresía de sus naciones (50:16)!  La fundación y las murallas de Babilonia (la estructura) caerá (50:15, 51:44), y nada será dejado cubierto u oculto en ella (50:26).
     Dios en Su misericordia y amor infinito, está llamando a todo Su pueblo a separarse de todas las iglesias para no ser contaminados por mujeres rameras -- siendo compartidor de sus pecados y destrucción -- y perdiendo sus almas con ella (51:6, 45).  ¡Y esto también es cierto de la iglesia de hoy una vez escogida de Dios: no va a pasar al cielo, sino que será destruida, pasando al infierno (véase 3RH, p 69, col 3)!
     Babilonia ha estado contenta con permanecer con desahogo con un control firme sobre sus miembros, y se refrenó pelear (51:30).  Pero después que el mensaje comienza y llega a ser el fuerte clamor (Apoc. 14:7-12, 18:1-5), y más y más del ejército de Dios pelea en contra de ella, y ella peleará en su defensa a fin de retener sus miembros -- rehusando soltarlos (Jeremías 50:33).  Pero aunque ella ruja con gran voz, no le servirá de nada, porque nada la detendrá de ser despojada y destruida, y todos sus cautivos siendo librados de ella -- si así lo desean (51:53-58, 64).  El Señor es más fuerte que todo el reino de Babilonia, y todos sus miembros cautivos oirán Su voz y escogerán ya sea a quedarse o irse -- a seguir a Dios o desobedercerle (50:34).

     Pero exactamente como en el tiempo de Jeremías, la mayoría escogerá desobedecer a Dios, y estos repetirán la misma experiencia del Rey Zedequías.  No se separarán de sus iglesias en obediencia a la voluntad declarada de Dios.  Llegarán a ser ciegos, serán una parte de Babilonia, y allí morirán -- pero jamás lo entenderán.  Mientras los que se separan voluntariamente de su iglesia, y viven "la experiencia del nuevo pacto", serán aceptados de Dios, siendo una vez más Sus hijos, y Dios será su Padre.  Estos comenzarán a edificar Su templo una vez más, y aunque todo está en su contra, y se han hecho muchos esfuerzos determinados para parar sus esfuerzos, su Redentor es más fuerte que toda oposición.  Estos completarán la edificación de Su templo, ellos mismos siendo las piedras vivas de su construcción (1 Pedro 2:5), y serán siempre con el Señor en su medio.

     Así hoy, como en los días de Jeremías, el camino de vida (separación de todas las iglesias) y el camino de la muerte (permaneciendo conectados y miembros en ), se demuestra claramente a todos los que desean ver y oír.  Definitivamente la historia se está repitiendo hoy.  Y todos harán su decisión, escogiendo en qué lado de la batalla van a luchar eternamente, y por quién lucharán -- Cristo o Satanás.
     "¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?  Si Jehová es Dios, seguidle, y si Baal, id en pos de él." 1 Reyes 18:21.

     "Pero Cristo como hijo sobre Su casa; la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.  Por lo cual, (dice el Espíritu Santo), si oyereis su vos no endurezcáis vuestros corazones..." Hebreos 3:6-8.

     "Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis...pero yo y mi casa serviremos a Jehová." Josué 24:15.